jueves, 17 de marzo de 2011

A 110 Km./h.

Después de varios días de incertidumbre, me levanto a las 6h 30 y me preparo con toda la tranquilidad de la que soy capaz. No es fácil. Una ducha, desayuno, no mucho, no tengo apetito. Termino de preparar unas cositas que me faltaban para llevar, le doy un paseo a Lilly y unas granulitas de Nux Vómica para que se relaje y no me moleste mucho en nuestro viaje. Me subo al coche, ato la pequeña al respaldo del asiento, la coloco en su cuna y en marcha, dirección Francia.

A los cinco minutos, siento que las tensiones me abandonan y me siento bien. Hasta el último momento, Archie dudaba si acompañarme o si me dejaba ir sola.

- Por un lado, no me gusta que te vayas sola. Me sentiré más tranquilo si te acompaño y por otro, no me apetece ir.
- Punto.
- Ha ganado: No me apetece ir.

No me siento ni triste ni desilusionada. Estoy aprendiendo a aceptar las cosas como vienen y a no preocuparme antes de hora. Si Archie dudaba si dejarme ir sola, yo también dudaba si dejarle solo o insistir para que me acompañara. Pensándolo bien, afloraba nuestro egoísmo y nuestras dudas residían únicamente en tener la conciencia tranquila.

El viaje podría ser largo. A 110/Km/hora. Es complicado. Durante muchos kilómetros, me fijo continuamente en el contador y encuentro muy difícil y hasta peligroso controlar la velocidad. Sin embargo, al cabo de un buen rato, consigo fijar el pie en el pedal de manera que mi velocidad se clava en 110 Km/h. justo. Llegar hasta Barcelona me parece más largo que un día sin pan. Decido parar un rato en el área de servicio siguiente a Barcelona, dirección Gerona pero me despisto pensando como siempre en mis “cosas” y sigo de largo hasta la próxima. Cuando viajo, acostumbro a entrar en el mundo multicolor de mis pensamientos y los despistes son bastante usuales. Pero me gusta. Significa que me encuentro muy relajada y disfrutando.

Llegando a Gerona, me encuentro con obras en la autopista y la velocidad limitada a 80Km/h. Me anuncian que la limitación me va a acompañar hasta la Junquera. ¡Bien! Hay que aceptar lo que no se puede impedir. Sueño con llegar a Francia para acelerar un poco.

Por fin llego a la frontera pero después de tantos kilómetros a paso de tortuga no veo ninguna razón para cambiar y sigo al mismo ritmo. Ya llegaré.

Lilly se porta de maravilla. Me preocupaba un poco. Ella no está acostumbrada a viajar en coche y desconocía su reacción pero es un ángel. De vez en cuando se sienta y me mira. Pongo mi mano sobre su cabecita. Ala, duerme. Y se acuesta y duerme.
El viaje se termina sin problemas. Toda la familia me espera. Me parece que fue ayer cuando me marché en navidad. Ya han pasado tres meses.
La vida fluye tan rápidamente.

No hay comentarios: