Mi bisabuelo solía llevar su perro a cazar y para que entrara en calor lo hacia correr detrás de la bicicleta hasta llegar al campo de caza. No contaba con que al perro no le hacia ninguna gracia y corría sin mucho entusiasmo, paraba a husmear, volvía a seguir al pequeño trote, paraba otra vez. En resumidas cuentas, le tomaba el pelo. El abuelo acababa perdiendo la paciencia, volvía a por el y lo subía a la cesta de la bici.
En el camino de vuelta, el perro corría delante y llegaba primero a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario