domingo, 17 de mayo de 2009

Mañana movida...

Me despierto temprano y para no molestar a nadie, sigo con mi libro “Viaje al final de la noche”. Conseguí reanudar su lectura hace varios días y me gusta a pesar de que hay que tener la moral a prueba de bombas para asimilarlo. Me encanta el estilo y después de ver las entrevistas de Céline, me lo imagino a el con su voz y su acento peculiar contar todas sus aventuras. Supongo que es una autobiografía pero tengo que leer más sobre el para averiguar si ha bordado un poco. Es un experto en disecar las miserias del alma y del cuerpo humano. No es agradable pero tan realista. No se escapa nadie, ni el mismo. No es una critica de los demás pero un análisis profundo del genero humano incluyéndose también. Seguiré hablando de Céline porque hay mucho que decir pero no he empezado a escribir para contar esto. Me he dispersado un poco como siempre… El caso es que tenía muchos proyectos para esta mañana de domingo. De repente tuve la sensación de que se iba a torcer. Las cosas no iban como quería. Eva y Andrea se acababan de marchar dejando tras ellas un halo de risas… Gaby se sienta en el banco, feliz, respirando y disfrutando de un mañana soleada y agradable, rodeado de plantas, flores y pajarillos cantando. El paraíso… Llega el diablo rojo de mi padre. No puede ver a nadie tranquilo, se sienta al lado de Gaby con un artilugio que pretendía reparar y empieza a martillazos y con una sierra a organizar el principio del caos. Gaby, últimamente más comedido, se levanta y se va hacia la piscina para evitar protestar contra un ataque a su paz. Le acompaño y de repente oigo un ruido fuerte de agua, una exclamación y al girarme, le encuentro dentro de la piscina, al lado de las escaleras. Parece un cuervo negro remojado. (Iba vestido de negro). Sale sin protestar mucho, cosa rara. Más bien se estaba riendo, se acerca a una tumbona para sentarse y quitarse las zapatillas y toda la ropa chopada que llevaba y nada más tocar la hamaca, ¡catapum!!!, se rompen las patas delanteras mal colocadas y otra vez al suelo. En esta última caída, se ha hecho algo de daño pero nada grave. Una herida en el brazo y un golpe en el trasero. Llevamos la negra. ¡Ojala!! Sigamos con esta clase de desgracias que no van más allá que unas anécdotas divertidas al fin y al cabo. Y ojala siga yo viendo la vida como un circo con payasos… El caso es que, he renunciado a mis planes mañaneros domingueros y me he sentado aquí, a escribir tranquilamente y que siga el día como díos lo quiera. Para que preocuparse. Mañana será otro día… Vamos a seguir la corriente...

1 comentario:

La Sobri dijo...

Vaya!! No puedo dejar de leerte ni un día y ya ha ocurrido algo! Estuve todo el finde diciéndole a David que quería llamaros, pero al final entre pitos y flautas se me fue el santo al cielo. Nada, espero que de hoy no pase y espero que hasta entonces no os vuelva a ocurrir nada más. ¡Qué sustos me dais!